El crupier Ahtisaari recibe con un raquia* a los dos jugadores de la noche. Ellos se lo beben de un trago y no se miran ni a los ojos tan sólo ocupan sus lugares en la mesa. A la izquierda se sienta el Gobierno de Pristina y a la derecha el de Belgrado. No vienen solos, aunque lo parezca. Detrás de ellos, como sombras, ocupan sus lugares los principales protagonistas de la comunidad internacional. Tienen interés por una partida en la que se juegan su credibilidad, muy menospreciada a estas alturas. Sólo piensan en que esta vez no pueden fallar.

Ahtisaari reparte las cartas.
El Gobierno de Pristina recibe: CONSTITUCIÓN, FUERZAS ARMADAS PROPIAS, PARTICIPACIÓN EN ORGANIZACIONES INTERNACIONALES, NACIONALIDAD
El Gobierno serbio recibe cartas de protección a la minoría serbia: DERECHOS POLÍTICOS, DERECHOS LINGÜÍSTICOS, PROTECCIÓN HERENCIA CULTURAL, DERECHOS RELIGIOSOS
Tensión. Nadie pide carta. Pristina quiere quedárselas todas y Belgrado no quiere ninguna pero tampoco puede soltarlas.
Una gota de sudor recorre la frente del crupier y piensa “¿lo habré echo mal?”
Las sombras actúan e incitan a sus jugadores.
Tio Sam acoge bajo su abrigo al Gobierno de Pristina para transmitirle seguridad. Las cartas son excelentes, las que siempre habían soñado. Si son listos pueden jugar una buena partida que justifique el empeño de Tio Sam en entrar en una guerra europea hace siete años. Si la Tita Madeleine lo viera estaría orgullosa, piensa Sam.
El Gigante soviético ha venido a la partida con sus mejores galas, quiere demostrar su poder. Pone su mano en el hombre del jugador serbio y le susurra al oído. “Estaré contigo. Si quieres romper la baraja hazlo. Si juegas, juego”. Lanza una mirada amenazante hacia el lugar donde están las sombras y les avisa: estas cartas pueden abrir la caja de Pandora y crear una reacción en cadena en otras regiones separatistas europeas y en el espacio post- soviético. Vosotros veréis.
La Vieja Europa. Anda que no ha visto guerras y vecinos matando vecinos y sangre y dolor y muerte... tanta muerte inútil. Es tan vieja, tan mayor, que le chirrían los bisagras que la mantienen unida. Mira a izquierda a derecha y finalmente al crupier. Baja la cabeza, no sabe que hacer pero si lo que debe. Se sitúa al lado del crupier para que deje de sentirse solo. Le asegura que la partida saldrá bien porque tienen la clave. Le darán al serbio el dorado europeo aunque pierda la partida. Le dejarán formar parte del elitista club que se reúne en Bruselas. Piensan: uno más que más da, si además solucionamos una crisis.
Sigue la tensión. La comunidad internacional pensó que sería más fácil. Se toman un raquia y deciden sentarse… hasta marzo queda mucho.
*Bebida alcohólica tradicional en Kosovo y fabricada de forma casera.
Silvia
P.D. Si habéis podido llegar hasta el final, gracias!
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