La comunidad internacional no deja de retrasar la decisión final sobre el Estatuto de Kosovo. Los retrasos se van acumulando y la tensión aumenta en la región balcánica. La incertidumbre no es amiga de la calma, y así viven ahora mismo los kosovares de uno y otro bando pero en definitiva kosovares. Ni ellos, ni nosotros, y sinceramente creo que ni los políticos saben que será de Kosovo.
En Pristina confían en que la decisión se tome a finales de la semana que viene. Las últimas declaraciones desde Naciones Unidas indican que se hablará de Kosovo en el Consejo de Seguridad de la institución cuando finalice la cumbre del G 8 en Alemania. Todo depende ahora de las decisiones de la cumbre y de las reuniones bilaterales que lleven a cabo los países.
Quienes han movido ficha han sido Rusia y Serbia que han mantenido un encuentro antes de la cumbre para coordinar una estrategia común en relación a Kosovo. Reunión que se repetirá el sábado con la participación del primer ministro serbio, Vojislav Kostunica, y el desafiante presidente ruso, Vladimir Putin.
La estrategia de Rusia parece clara. Presionar para que las negociaciones entre Belgrado y Pristina continúen. Si no vetará cualquier decisión en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Su ministro de Asuntos Exteriores ya ha afirmado que en Kosovo se incumplen los puntos marcados por Naciones Unidas tras la guerra. Es decir, no se respeta a la minoría serbia y no se ayuda a los refugiados.

Una chispa puede encender un fuego que se propague por toda la región. Y ahí a un conflicto internacional hay un paso como comprobamos en 1999.
SILVIA
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